miércoles, 27 de junio de 2007

El día que un avión se estrelló contra el Hotel Nutibara.




Estamos en Medellín de los años cincuenta, la ciudad está todavía compuesta por los viejos edificios que ahora para nosotros son sólo un recuerdo lejano, edificios que hace algún tiempo dejaron de ser parte de las calles y pasaron a habitar únicamente en las fotografías blanco y negro, esas en las que lentamente el blanco se ha ido volviendo más y más amarillento.

En medio del centro de esta Medellín antigua están ubicadas las oficinas del periódico El Colombiano, y como era su trabajo usualmente, hay un periodista que escribe los artículos que serían las noticias de mañana. Acompañado únicamente por el sonido de su radio, el periodista hace traquear las teclas de su máquina mientras escucha un noticiero internacional de la época. De repente una noticia, rompe con la tranquilidad del periodista. Escucha a un locutor contando acerca de un acontecimiento nefasto: el locutor de la radio dice que al parecer un avión acaba de estrellarse contra el edificio más grande del mundo. ¿Qué hacer?¿Cómo reaccionar? El periodista toma la decisión más salomónica para alguien que ejerce su carrera, sale lo mas rápido posible a ver qué le pasó al Hotel Nutibara.

En medio de este regionalismo exagerado antioqueño, de este amor sumamente exaltado por la tierra en que se vive y por lo propio, nació y creció el hotel Nutibara, venerado por una sociedad entera para la cual éste era un símbolo grandioso, de poder y modernismo.

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